A 9 minutos de la primera sesión

1:51 p.m. Me separan sólo 9 minutos de la hora acordada para el inicio de un proceso de 8 meses de Coaching Ejecutivo. Me informa la recepcionista que la ejecutiva acaba de salir a almorzar. Mientras espero en la antesala en medio de sonidos heterogéneos de engrapadoras mordiendo lo que le pongan, timbres egocéntricos de teléfono, puertas que abren y cierran tras la identificación digital del Big Brother corporativo, dirijo mi conciencia hacia mi cuerpo: señales conocidas de ansiedad ante un gran evento, muelas contra muelas, intestino tratando de hablar. Siempre la primera vez…no hay segunda oportunidad para esta primera vez, no hay segunda primera vez.
Hoy romperé hielos con cinceles suaves, tenderé puentes de varios canales, miraré a los ojos y más allá, descubriendo y confirmando con admiración las potencialidades de mi coachee; hoy le diré cosas que le gustarán y cosas que no. Dulce y salado. A partir de hoy seré su aliada, su acompañante incondicional en un camino de crecimiento que ella construirá con sus propias manos, con su propias ganas de avanzar, yo observaré su rumbo, aportando amalgamas para sus ladrillos, advirtiendo el peligroso cantar de las sirenas, disfrutando del horizonte vislumbrado que se acerca. Un faro en la bahía…

1 comentario:

Francisco Pereira dijo...

Siempre hay un faro al horizonte que brinda su luz advirtiendo las rocas de los acantilados donde baten las aguas sus rabiosas espumas.