Cosecha en la mitad del camino


Luego de varios meses y de cuatro intentos saboteados por obstáculos –que resultaron alianzas- del destino, ha llegado al fin el día y la hora señalada de la postergada reunión de mi coachee con su Jefe en el marco de su proceso de Coaching Ejecutivo, justo en la mitad del camino.

“Tus cambios son notorios y muy grandes, los he visto en distintas oportunidades”, “me siento muy contento y te quiero felicitar por tu proceso, sé que ha sido un trabajo duro”, son las palabras que el CEO deja caer con su mirada clara, sincera y satisfecha en la mesa de reuniones… como merecido tributo a ese brillante profesional de su equipo ejecutivo.

Han transcurrido varios meses desde aquella, nuestra primera sesión de Coaching en donde la contundencia de un diagnóstico de 360° había golpeado el alma y humedecido la mirada con realidades que habían permanecido en puntos ciegos durante mucho tiempo.

Cual instinto de reacomodo de las placas tectónicas luego de un gran sismo, vinieron para mi coachee meses de pequeños y grandes temblores, de miradas interiores, de búsquedas, de viajes, de osadías, de ensayos, de peticiones y negociaciones hasta llegar a este momento de lluvia fresca, de dulce constatación, de impulso.

Y fue precisamente ese instinto, su instinto sabio de Ser que va tras el cambio con la determinación de un árbol que crece hacia donde su naturaleza le guía, ese instinto maduro, el que me fue pulsando -poco a poco- a ir cada vez más lejos y más profundo, hasta llegar al epicentro mismo de la vivencia y la emoción, ese lugar mágico donde los grandes cambios arriban a la Vida para quedarse.

Desde este lado de la mesa, desde el vértice privilegiado, de observador y parte, en este instante… soy Alegría y soy también Orgullo.

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